MI PRIMER IRONMAN - ANDRES BARBARO

Este año fuimos 14 compañeros del TRITIM los que participamos y terminamos el Ironman Brasil 2012.


Cinco de ellos hacían su debut en la distancia (Rocío Quinteros, Marcelo Zabala, Fernando Gho, Andrés Bárbaro y Nico Seggiaro) en esta oportunidad y este es el relato de la experiencia de Andrés.



El camino hacia el IRONMAN 
 
Andres Barbaro - Foto:Pablo Perez

Desde aquella madrugada en que pudimos inscribirnos en la competencia, felices por haber conseguido un lugar entre los 2000 participantes que agotaron los cupos en cuestión de horas hasta la mañana del 27 de mayo en que me encontraba de pie en la playa de Jureré Internacional esperando la sirena de largada, consumido por los nervios y repasando el plan de carrera una y otra vez, pasaron algo así como 360 días, la mayoría de ellos con entrenamientos en doble turno o de más de 4 horas de duración. El sacrificio fue inmenso, pasé frío, calor, me deshidraté, sufrí dolores, calambres, cansancio extremo muchas veces. Pasé muchísimas horas fuera de mi casa y lejos de mi familia. Sufrí caídas y hasta un accidente que me pudo costar la vida. Y todo para poder cumplir el sueño de correr un IRONMAN, de ser un IRONMAN. El proceso es larguísimo y sacrificado, pero si uno realmente se lo ha propuesto no se desvía jamás del camino, pase lo que pase. Y ese es el verdadero espíritu IRONMAN. Yo siempre tuve en claro que empecé a correr la carrera el día que recibí la primera planilla de entrenamiento de mi entrenador, tratando en todo momento de mantener a raya a mi único y verdadero rival: yo mismo. Porque el entrenamiento no es sólo físico, de nada sirve hacer un millón de pasadas o de kilómetros, tener una musculatura impecable si no entrenamos también nuestra cabeza, sin ella no vamos a ningún lado. Y en el camino te vas convirtiendo en un mejor triatleta con cada entrenamiento. Y vas poco a poco convirtiéndote en un IRONMAN.

En mi caso pude cumplir con un altísimo porcentaje de los entrenamientos planificados, más del 90%. Mi entrenador trabajó con volúmenes bien altos, ya cinco o seis meses antes de la carrera yo estaba haciendo fondos de 30 km a pie y de 120/130 km en bici. Todo esto siempre bien complementado con mucho trabajo de intensidad, fuerza y técnica. Esto me dio una base fuertísima que me permitió entre otras cosas después de mi accidente estar 10 días parado a semanas de la competencia casi sin consecuencias. Pero esos 10 días hicieron que llegue a la semana de la carrera casi sin descarga. Nunca entrené siguiendo ningún parámetro objetivo como potencia o ritmo cardíaco, sino siguiendo mis sensaciones, entrenando siempre por encima de la “zona de confort” (casi siempre muy por encima) pero regulando la intensidad de acuerdo a cómo me sentía. Este método que muchos pueden tildar de poco recomendable, para muy mí funcionó muy bien para hacer una adecuada preparación, sin lesiones ni nada raro. Y así fue como transcurrieron las semanas y los meses, hasta que finalmente llegó la hora de viajar, las cartas estaban sobre la mesa y la suerte estaba echada. Jureré nos esperaba.



Los momentos previos
El viaje y los días previos fueron espectaculares, con un grupo muy grande de amigos que íbamos en busca del mismo sueño, acompañado en algunos casos con nuestras familias y conteniéndonos y dándonos fuerzas entre todos en todo momento. Los más experimentados en esto, nos dieron a los debutantes muchos consejos que fueron fundamentales en la carrera, entre todos nos complementamos con detalles, qué llevar en la carrera, cómo alimentarnos, cómo hidratarnos. Resulta fundamental esta planificación previa porque hasta el más experimentado corredor puede fracasar por olvidarse de un detalle menor.

Los días previos ya en Jurere armamos las bicis, hicimos un par de regenerativos, mucho relax, horas de sueño y cuidado en la alimentación. Y muchísima buena onda, ingredientes fundamentales para llegar al día de la carrera entero en cuerpo y mente.

Llegaron las horas previas, check-in de la bici, entrega de bolsas para las transiciones, mil veces chequeo de que no faltara nada, ya las sonrisas fueron siendo reemplazadas poco a poco por caras serias, gestos de nerviosismo y preocupación, lo normal en estos casos. A dormir bien la noche anterior (por suerte pude hacerlo) y todavía de noche ir al marcaje, chequeo final de bicis y la lenta caminata hacia la arena de largada.

Es muy difícil explicar con palabras lo que se siente en ese momento en que estás parado en la playa esperando la largada junto a otros 2000 atletas. La ansiedad es tan alta, yo quería mantener mi mente en blanco pero es imposible, pensás en un millón de cosas, en los entrenamientos, en la carrera, en toda la gente que está pendiente de vos, en la familia, los amigos, en el entorno. Los nervios y la ansiedad llegan a un pico máximo, el mar es un espejo y la paz es total. Un helicóptero sobrevuela la zona, un locutor nos arenga desde un micrófono y detrás del morro los primeros rayos de sol del día asoman con timidez. Suena la sirena de largada y parece que explota una bomba atómica, todos salen endemoniados a encontrarse con el mar. La ilusión se pone en marcha. Empezaba a librarse la última batalla. Empezaba el IRONMAN.


La natación
Yo no había entrado en calor porque hacía mucho frío y mi traje no tenía mangas, así que el primer contacto con el agua fría del mar fue un golpazo. Todos los nervios y la ansiedad que describí más arriba desaparecen por completo cuando diste las primeras tres brazadas. La natación son dos segmentos, uno más largo de alrededor de 2100 metros y luego de tocar tierra otro más corto de 1700 metros. En mi caso, los primeros 500 metros fueron imposibles por la cantidad de nadadores, era casi nadar con la cabeza arriba del agua, evitando golpes y patadas. Ya pasando la primer boya a los 1000 metros la cosa se hizo menos congestionada y se pudo nadar con un poco más de estilo. En mi caso sabía que la natación iba a ser muy pobre en comparación con los tiempos que venía desarrollando en los entrenamientos debido principalmente por los 20 días de inactividad en el agua que tuve luego de mi accidente, así que la tarea era salir de allí entero y lo antes posible, cuidando que nadie me golpeara el hombro lesionado. Los primeros 2100 metros puede hacerlos a un ritmo “aceptable” de 1:56 los 100 metros, cuando tocás tierra sentís que miles de personas te gritan y te alientan y te tirás a nadar nuevamente con muchas ganas. La segunda vuelta se sintió mucho la correntada del mar y eso hizo que nos desviemos un poco del curso ideal y en mi caso bajé mucho el ritmo hasta 2:20 los 100 metros, cerrando la etapa en 1:20. Bueno Andrés ya lo sabías me dije, a cerrar la etapa e ir en busca de la bici.

El ciclismo
La transición fue larguísima, casi 12 minutos. Me cambié con mucho cuidado, mucha vaselina en todas partes, pasada por el baño para orinar, un poco de alimentación e hidratación y a rodar.

Dos vueltas de 90 km, hay que destacar el excelente estado de las rutas que permitían rodar sin problemas. Excelente los puestos de hidratación, en ningún momento faltó nada.

Cuando arrancás es muy difícil fijar el ritmo adecuado de carrera, la acumulación de glucógeno en los músculos y el estado de recuperación de todas las fibras es tan grande más la adrenalina del momento, que tenés unas ganas de pisar la bici y darle con todo, pero sabés que eso puede jugarte una mala pasada después, sabés que es fundamental ajustarse al plan de carrera, que en mi caso era rodar a 31 o 32 km/h para lograr un promedio final de 30 km/h. Lo que no contaba yo era que en el km 29 me iba a dejar de funcionar la computadora y que iba a quedar “ciego”. Bueno a guiarme por mis sensaciones me dije, ya lo sabés hacer de sobra, así que así fue como lo hice, rodando en lo que yo sentía que era el plan de carrera, guardando fuerzas para después. Adelante con los faroles.

Por suerte no hubo casi nada de viento excepto un poco al final de la segunda vuelta, me concentré en rodar a velocidad constante, encarando las subidas a los morros con plato chico, mucha cadencia para comprometer los músculos lo menos posible, cuidando no hacer drafting en ningún momento para no correr riesgos de penalización, hidratándome mucho y comiendo básicamente geles regularmente cada 40/45 minutos, alguna que otra bananita y a la hora del almuerzo un sandwichito de queso tal como me lo había indicado el Dr. Gordon.

Así pasé la primera vuelta en 2:55 levemente arriba del promedio planeado y la segunda salió en 3:05 redondeando las 6 horas clavadas los 180 km, es decir los 30 km/h planeados y sin computadora!!! Ya entrando en el área de transición venía al lado mío un argentino y le digo listo ya liquidamos la parte más larga y me responde él muy motivador: “El IRONMAN empieza ahora”.

En el momento en que dejé la bici viví sensaciones opuestas, por un lado la preocupación de saber que lo que venía era lo peor pero otra parte un enorme alivio de dejar atrás la etapa en donde te pueden dejar afuera un montón de cuestiones que uno no puede controlar como cuestiones mecánicas de la bici, pinchaduras, caídas, etc. En ese momento supe con certeza que a menos que pasar algo muy pero muy raro, iba a terminar la carrera, el tema era saber cómo.

Nueva transición larga, cambio de calza, de nuevo mucha vaselina por todas partes, paso por el baño a orinar (un relojito estuve en ese sentido), mandé para adentro media banana y un pedazo de sandía, mucha agua y a hacer lo que más me gusta de todo esto: correr.


La maratón
Hasta ese momento había corrido en mi vida dos maratones, una en 1995 y otra en 2011 y en las dos había sufrido mucho. Con ese pensamiento apreté el lap en el reloj y vi que llevaba ya 7:40 de carrera y me pregunté cómo iba a ser posible que yo pueda lograr hacer una maratón en esas condiciones. Me sentía muy bien físicamente y la verdad era que las casi 8 horas de competencia se me habían pasado volando. Calculé que para lograr mi objetivo de bajar las 12 horas de competencia tenía que correr a un promedio de 6 minutos por km, ni un segundo menos, es decir no podía caminar en ninguna parte del recorrido y así me propuse hacerlo, aunque sabía que para lograr me tenía que salir todo bien, no había margen de error. Mi mejor marca en maratón era de 3:46 y ésta vez debía salir en poco más de 4 horas, luego de estar corriendo durante casi 8 horas. Una locura, pero todo esto es una locura me dije mientras empezaba a correr.

Era una vuelta de 21 km y dos de 10,5 km. Arranqué con mucha fuerza la primer vuelta, una vez más sentía que podía apretar y correr a 5 min/km o incluso más rápido, pero sabía que eso era un terrible error y que si así lo hacía lo iba a pagar más adelante, así que me mantuve en un ritmo de entre 5:30 y 6:00. Ni bien arranqué me pasaron los punteros que encaraban su último tramo de 10 km: en punta un par de brasileros que no reconocí, luego Galíndez, Morales, Cocha, Sturla, De Elías, en ese orden. Eze Morales venía endemoniado, me sorprendió mucho su andar, terminaría ganando la prueba. Calculé entonces que iba tres horas y media detrás de ellos, calculo absolutamente inútil por otra parte, pero que sirvió para ocupar la mente unos segundos en algo. Nuevamente muy bien los puestos de abastecimiento con mucha comida e hidratación, en esta etapa ya abandoné la exclusividad de los geles para comer otras cosas, banana, naranja, pan y hasta me animé a comer un pedazo de torta. En lo puestos de abastecimiento paraba y caminaba para elegir muy bien como alimentarme y poder tomar sin volcar la bebida que te daban en vasitos. Esas pequeñas caminatas de algunos pasos hacían que se redujera luego el margen que tenía para llegar a la meta antes de las 12 horas. La vuelta de 21 km que iba para el lado de Canasvieras era terrible, subidas infernales y luego bajadas también peligrosas especialmente para las rodillas y los músculos ya muy resentidos a esa altura. Por otro lado en esta etapa hubo algo que en las otras no y era mucha gente alentando y dándote animo, gritaban tu nombre y te animaban a seguir luchando. Mucha gente caminando pero yo sabía que no podía hacerlo.

Termino la primer etapa a un promedio de 5:45 y me dije vamos bien pero por otra parte sabía que venía lo peor. Entrás a la Avenida dos Buzios en Jurere para hacer el retome y te reciben miles de personas, se amontonan en las calles, te gritan, te ofrecen agua, te alientan. La cruzo a Marina le doy los lentes porque se viene la noche, le pido dame fuerzas me faltan 21 km… No más de esa distancia me separaba de mi sueño, cuántas veces había corrido esa distancia, pero necesitaba fuerzas, no había que bajar los brazos, la batalla no había terminado. Pienso en tomar un analgésico pero me detengo a tiempo, porqué si no me duele nada?

Así encaro la primer vuelta de 10,5 km, el peor momento para mí, la vuelta es casi sin gente al costado, la noche cae en la ruta y te sentís muy solo, empieza a hacer frío. No consigo en esta vuelta correr por debajo de los 6 minutos por km, el objetivo de las 12 horas peligra. Vamos nene déjate de joder llegaste hasta acá no te vas a rendir me repetía una y otra vez. Mi rival, mi único rival estaba poco a poco ganando terreno y yo no podía permitirlo. La vuelta salió a un promedio de 6:15… Con mucho esfuerzo llego nuevamente a Jurere, de repente de nuevo la gente, el griterío y mi mujer que me grita vamos que ya lo tenés. La inyección de adrenalina es increíble… preso de un estado de euforia aumento el ritmo y empiezo a correr a un ritmo de 5:35 que ya no iba a bajar nunca más. Tengo que lograrlo dije, si hay un momento para explotar es éste. Otra vez la soledad, la noche, ya no paro en los puestos, agarro el agua y la comida y sigo sin parar. Paso gente sin parar (en toda la maratón recuperé casi 400 puestos), los otros corredores me miran pasar y piensan de dónde salió este con esta ganas a esta altura. Entro a la avenida y la gente te grita faltan 4 km, miro el reloj y calculo que corriendo debajo de 8 minutos por km llego antes de las 12 horas, pero no paro, por el contrario empiezo a correr más fuerte, llego al cartel que dice 40 km y empiezo a llorar, se me pasa todo por la cabeza, pienso en mis hijos que no pudieron estar acá conmigo, en toda la gente que me estaba siguiendo a la distancia por internet. Subo a la alfombra todavía llorando y el locutor dice mi nombre. Vocé é um Ironman dice. Miro el reloj y lo detengo en 11:51. Levanto los brazos, aprieto los puños y doy gracias a Dios. Soy un hombre de acero. De la muchedumbre sale mi esposa y nos abrazamos y lloramos juntos. Ella también es de acero. Era hora de disfrutar, un sueño se había hecho realidad.


Agradecimientos
Es muchísima la gente a la que tengo que agradecer, muchos estuvieron cerca mío a lo largo de todo el año alentando, preguntando, apoyando.

En primer lugar a mi esposa y a mis tres hijos maravillosos, por las larguísimas horas que les robé con este desafío, por el apoyo ante todo incondicional, por ser mi motor continuo.

A mi entrenador, el profe Claudio Parodi, por su compromiso y su enorme profesionalismo.

A mis compañeros en esta locura, por los entrenamientos compartidos, por los consejos, por estar siempre, por las miles de anécdotas, por su amistad. Especialmente con quienes compartimos esa semana en Florianópolis. A sus esposas por aguantarnos. A Fede Saccani por viajar sólo para alentarnos.

A quienes se pusieron a mi disposición en el peor de los momentos, cuando el accidente me dejaba afuera del sueño y me dieron su apoyo profesional para rehabilitarme en tiempo record y ponerme en la pista lo más rápido posible: Sebastián Perini, Ivan Yelin, Fede Moscariello, Marcelo Zabala. A Germán y Fernando que me llamaban TODOS los días para ver cómo estaba y a todos los que estuvieron presentes en ese momento tan delicado.

A Eugenio Gordon por diseñarme la dieta, Diego Ogusuku por prestarme el traje, Albano Gherra por el rodillo con el que hice los últimos e interminables fondos bajo techo.

A mi amigo Darío, por correr esta carrera conmigo, hasta en los más mínimos detalles.

A familiares, amigos, conocidos, incluso gente que no vi en mi vida que durante todo este año me hacían saber que estaban ahí, pendientes, apoyando, deseando que llegue a la meta. Gracias a todos ellos comprendí en un determinado momento que el desafío no era sólo mío, que ya no me pertenecía en exclusividad sino que era de todos. Esto no lo digo por decirlo, porque queda lindo, hasta el día de hoy no dejo de sorprenderme del apoyo que recibí de TODOS LADOS, nunca podré dejar de agradecerles. Y porque son tantos es que no puedo darme el lujo de agradecerles uno por uno. Ojalá algún día pueda devolver tanto cariño.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.





3 comentarios:

Como te dije en Brasil: un placer y un lujo poder haber hecho esta locura juntos amigo!!!!!! Te merecés todo lo bueno que te sucede!!!!!
Fer

Muchas Felicidades, te lo merecés porque sos un buen atleta y mejor persona, fue un gusto compartir esta experiencia de primera mano. Abrazo!!!!

Dompol

Emocionante relato, Andrés!!!
A los que nos gustaría poder llegar y sentir esas emociones, nos estimula muchísimo tu historia.
Felicitaciones!