LA LUCHA DE LAS MUJERES POR UN LUGAR EN LAS PRUEBAS DE RESISTENCIA

Recomiendo leer la nota completa "Las contestatarias del maratón" de Juan Antonio Alegre para que vean el largo y difícil camino que debieron atravesar las mujeres para poder participar en los eventos de resistencia como el Maratón.

Debajo le adjunto el vergonzoso incidente en  Boston donde el organizador de la carrera intentó arrancarle el dorsal a la corredora que se había inscripto solo con sus iniciales porque la prueba era prohibida para mujeres.

El incidente Boston

Cuando Kathrine Switzer decide participar en este histórico maratón, que se viene celebrando desde 1897, se debe inscribir con las iniciales, sin concretar su nombre, ya que sólo estaba permitido participar a los hombres. Aficionada y practicante del deporte en general, suele correr asiduamente para mantenerse en forma acompañada de algunos amigos maratonianos que la animan a participar, tras comprobar su resistencia, en la carrera de los 42 kms. Cuando intenta formalizar la inscripción choca con la burocracia organizativa que no admite su participación por motivo de sexo.


Ella no quiere correr clandestinamente como hiciera un año antes, en 1966, Roberta Gibbs, sino poder portar un dorsal y aparecer en la clasificación final tras cruzar el arco de meta como uno/a más. Por ello, probó suerte ocultando su nombre para conseguir el dorsal, truco que funcionó ante el desconocimiento o sonrojo de algún organizador que no encontró razón para impedir su deseo de participar, como le pasó a la persona que la permitió acceder a los cajones de salida. El día del maratón, la preocupación de Kathrine es máxima no sólo por el reto deportivo que tiene delante sino por las reacciones que puedan devenir de su reivindicación, además de ser foco de miradas. Una vez en marcha los nervios pasan a un segundo plano y más al ir acompañada de su novio y algún amigo con los que hace grupeta, además los espectadores extrañados de la presencia de esta atleta femenina la animan con vehemencia.

Todo va sobre ruedas hasta que pasados siete kilómetros son adelantados por el autobús de prensa. Algunos periodistas se percatan de la presencia de una mujer que además porta un dorsal; en ese momento el director de carrera, Jock Semple, se abalanza sobre ella gritándola “¡fuera de mi maratón y dame el dorsal!”. El resto de acompañantes consiguen protegerla de ese furibundo ataque y continúa corriendo. Jock se ve incapaz en su intento de echarla y uno puede imaginarse su cara de impotencia al ver como la atleta continúa en la competición, que completará finalmente tras 4 horas y 30 minutos de esfuerzo. A pesar de ello, fue descalificada entre otros aspectos por competir en una prueba masculina, en una distancia prohibida para la mujer y por haberse inscrito ilegalmente. Lo que ya es inimaginable es cómo se le quedó el careto a Jock al ser el protagonista al día siguiente de la noticia y aparecer en varias fotos de la prensa del día. Su ruin acción empujando a Kathrine quedó fotografiada sobradamente y la reivindicación del sexo “débil” para equipararse a los hombres pasó a un primer plano social.

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